En la soledad absoluta,
buscamos el bullicio,
sin percatarnos del silencio
que rodea tremendo ruido.
Extraña pareja por superar
de la soledad y la distancia,
poniéndonos dilemas existenciales.
Al final, debemos aprender
a dejar ir y a saber volver.
Comprender que los puentes
no son físicos pero si mentales,
que siempre deben estar expeditos.
La distancia no apaga latidos,
ni la cercanía los aviva intensamente,
es la actitud de no abrir la puerta
a un soledad expectante,
por una decisión de rendición.
Quizá debamos recorrer cientos,
miles de kilómetros o unos pasos,
la elección habrás de tomarla,
lo contrario llevara a la duda,
de saber que hubiera pasado.
By Clemente