Todavía se oyen,
el tintineo de las cadenas,
de hombres y mujeres,
encadenados.
Cual ganado embarcados,
maltratados y vendidos,
al mejor postor como esclavos.
Todavía se ven,
las marcas del látigo,
en cuerpos inocentes,
cuyo único delito,
o quizá pecado,
era existir
Hoy hacemos oídos sordos
a los llantos de dolor ,
a la derrota nocturna,
de quienes por una miseria,
están a nuestra merced.
Hoy cerramos los ojos,
ante una nueva forma
de esclavitud, la pobreza.
Una pobreza que no nos molesta,
siempre que nos alimente,
y permanezca muy lejos,
de nuestras fronteras.
Expulsamos, encarcelamos,
e incluso matamos de hambre,
a quien ose romper esa regla.
By Clemente