En los recuerdos el dolor,
se mitiga con el paso del tiempo.
Las lágrimas se diluyen,
convirtiéndose en figuras de cristal.
Figuras petreas de momentos,
llenos de alegria y afecto.
Momentos abriéndose paso,
dando una segunda oportunidad.
La oportunidad de reconciliarnos,
de poder recordar sin dolor.
Cicatrizando la perdida o la distancia,
tendiendo puentes entre pasado y futuro.
Un puente entre la vida temporal,
y aquella existencia atemporal e intangible.
Un existencia que se nos escapa,
sin entender cual es el tránsito.
Quizá sea nuestro apego a lo terrenal,
dando escaso valor al espíritu.
Ese espíritu impulsor de lo que hacemos,
creando una magia especial.
Magia en la creacion de vida,
en el que los sentimientos son intangibles.
Quizá porque creemos en lo material,
como llave insustituible del presente.
En la necesidad de tener entre los dedos,
de poder palpar todo sin otra visión.
Quizá porque hemos dejado de creer,
de abrazarnos y aceptarnos como somos.
Dando la espalda a lo que no entendemos,
huyendo hacia adelante sin detenernos.
En el instante de aceptar el tránsito,
como un sendero de aprendizaje y evolución.
Reconociendo que no solo somos cuerpo,
y la capacidad de trascender con actos.
Sentiremos la liberación de las cadenas,
de los eslabones del dolor y la angustia.
Abriendo paso a la sonrisa al ver el pasado,
y dandole valor a la lucha propia y ajena.
By Clemente