Una línea se dibuja sobre tierra estéril,
separando mundos con ritmos disonantes.
Una línea teñida de sangre por las alambradas,
por los muros levantados sin piedad.
Una línea diseñada cual trinchera desalentadora,
humedecida por las lágrimas de la desesperanza.
Desesperanza convertida en arma de la libertad,
por quienes sin pudor obstentan la llave de la razón.
Una razón construida sobre pilares de dolor,
sustentando la capacidad de la dominación.
Un dominio diseñado sobre voluntades ajenas,
sin posibilidad de huida o una merecida supervivencia.
Un dominio levantando fronteras para separar,
desposeyendo a otros de la capacidad de libertad.
Frontera alzada con gradas, para albergar miradas,
ojos observando con odio la frustración de la pobreza.
Gradas donde se sientan quienes deciden con el dedo,
señalando que la sumisión del otro es una diversión.
Nadie se atreve a decirlo, mas construimos guetos,
países donde encerrar lo que nos causa disgustos.
Guetos espejos de la vergüenza, de creernos superiores,
sin capacidad de empatía ni la menor solidaridad.
By Clemente