Adentrarnos en el mar de las calmas,
descubriendo la armonía de la serenidad.
Sentir el equilibrio de la brisa y el mar,
con aromas a una profunda paz.
Una paz alejada de las disonancias,
de las turbulencias de la soberbia.
Una paz enraizada en nuestro interior,
cual fuente de una luz, guía de latidos.
Latidos aminorando ritmos y respiraciones,
desterrando sonidos vacios de la mente.
Una mente alzándose en la búsqueda,
en el encuentro con el equlibrio emocional.
La emoción de la escasa necesidad material,
al inundarnos la belleza de la serenidad.
Esa llave que abre puertas de entendimiento,
conexiones con el jardín de la complicidad.
Un jardín donde sentarse a compartir alegrías,
con el beneplácito de quienes desean aportar.
Un lugar que nos hace permeables a las palabras,
que fluyen como torrente de sabiduría.
Sabiduría aportando la fertil empatia,
que ilumina el camino hacia la comprensión.
By Clemente