En la penumbra de la noche se escuchó,
el silbido de una brisa de esperanza.
Un sonido de llamada, penetrante y alegre,
provocando el despertar de los espíritus.
Espíritus llenos de ansiedad y angustia,
sucumbidos ante la espesa neblina de la tristeza.
Siempre existe una halo de luz en la oscuridad,
un brillo intenso capaz de abrir los ojos.
Esos ojos caidos merecedores de una oportunidad,
una luz al final del camino, que deja ver el horizonte.
No hacen falta palabras para quien está perdido,
solo manos abiertas y el abrazo de la esperanza.
Una esperanza sustentada en la apertura de puertas,
en la capacidad de elección y encuentro con la vida.
Ponerse de perfil en la adversidad, es humano,
aunque la humanidad se demuestra ante el abismo.
Abrir los ojos y ver el amanecer, es llenarnos de vida,
de cánticos de liberación y alegria por el mañana.
By Clemente