En un invierno gélido las hierbas se cristalizan.
El granizo quiebra los brotes de forma prematura.
Las montañas de nieve ocultan bajo si, la vida.
El sol de la primavera acariciara la tierra,
provocando el deshielo y los cauces se llenarán.
El verde surgirá como un manto de abrigo,
arropando la belleza que brotará pronto.
Frialdad y calor, dos caras de una misma vida,
una existencia en la que compartir es banal.
Extendemos las manos para recibir sin mirar,
sin percibir la verdad oculta, la generosidad.
Exhalamos la fría respiración pensando en nosotros,
creyéndonos destinatarios de los frutos.
Sin embargo, el calor de la generosidad va más allá,
siempre convertirá en frondoso cualquier erial.
Transformará las semillas en praderas de esperanza,
permitiendo crecer la belleza sin preguntar.
Pues la naturaleza se mostrará, ya que no tiene cerraduras,
ni puertas que cerrar, solo horizontes al que mirar.
By Clemente