Una simple semilla crece
en una pradera,
sin importarle
la adversidad.
A pesar de las inclemencias,
hasta convertirse
en árbol.
Árbol lleno de cicatrices,
surgidas de la lucha
por sobrevivir.
Somos como ese árbol
en la pradera,
erguidos y orgullosos
ante la vida.
Con historias y batallas,
unas veces perdidas
y otras ganadas.
Con cicatrices por la lucha,
surgidas por vivir,
y poder existir.
Con las ramas extendidas
abrazamos la vida,
cobijando sueños.
Sin renunciar a ser frondosos,
deseando ser reconocidos
por lo que ofrecemos.
Solo el tiempo es dueño
de nuestra existencia,
cual inexorable
camino.
Un tiempo donde la soledad,
no se busca ni se desea,
aún así la existencia
es la maduración
en la persistencia.
De ese crecimiento surge
y crece la robustez
de un corazón
lleno de pasión.
By Clemente
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