Nombrar la esclavitud
del alma,
pueda suponer sea fruto
de la desesperanza.
Mas es el principio
de la liberación,
es el paso necesario
para la sanación.
Sanar heridas
y cicatrices internas,
cual forma de exorcismo
espiritual.
Apartando lo tóxico del aire
que respiramos,
donde anidan los vampiros
de sueños.
Vampiros capaces
de absorber sonrisas,
provocando lágrimas
de profunda tristeza.
Una tristeza intentando
inundar el corazón,
ahogando cualquier posibilidad
de reacción.
Expulsar y apartar se antojan
actos a verbalizar,
una acción empujando hacia
un camino de libertad.
Nadie merece ser encadenado
ni dominado,
por quienes tienen
en sus venas el egoísmo.
Egoísmo enfermizo de dominación
y avasallamiento,
de aquellos que considera
son de su pleno dominio.
Abrir los ojos y mirar
la luz del horizonte,
palpar el corazón sintiendo
sus latidos,
respirando la brisa
de un amanecer luminoso,
se antoja el principio del final
de la abdicación,
la reconquista de una vida
por vivir con amor.
By Clemente