El rigor suele

entenderse

como algo serio,

inexistiendo

conexión alguna

con la alegría.

Un seriedad

llevada

al extremo

de la frialdad,

donde el equilibrio

se rompe

por la exigencia.

Quizá porque

los cenizos

se han apropiado,

se pretenden

distinguir

por la seriedad.

Acaso un payaso,

no requiere esfuerzo

y constancia,

con la diferencia

de que obtiene

sonrisas.

Acaso un pianista,

no requiere esfuerzo

y constancia,

con la virtud

de poder emocionar

y recibir aplausos.

Acaso un pintor,

no necesita esfuerzo

y constancia,

para ofrecer

sus bellas pinceladas,

y recibir elogios.

Existe en el fondo

una actitud prepotente,

que divide

lo tangible

de lo intangible,

infravalorando

lo que consideramos

superfluo.

Una concepción

material de la vida

y la creación,

como si fueran

unas efímeras

y otras no.

La historia

ha demostrado

cuan equivocados,

lo perdidos

que estamos

en un mundo

de la imagen.

Dedicando

el tiempo

al envoltorio

y al que dirán,

ignorando

la profundidad

del pensamiento,

convirtiendo

la autocrítica

en algo a extinguir.

Seamos serios

y demos el valor

a lo exacto,

a lo relativo

y a quienes

una sonrisa

capaces

son de sacar.

By Clemente

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