Una deuda tenemos
con quienes se fueron,
habiendo terminado
su viaje con nosotros.
Una deuda con nuestros
mayores y los niños,
pues de experiencia
y alegría
llenan los sueños.
Ponerse de perfil
obviando el presente,
como si no fuéramos
parte ni protagonistas,
nunca puede ser
una opción defendible.
Ellos son nuestro pasado
y nuestro futuro,
a quienes no podemos
obviar de la existencia.
Los caminos no son paralelos
ni intersecciones,
nos han traído
hasta aqui con todas
sus dificultades.
Obligados estamos
a seguir construyendo otros,
evolucionando
como sociedad
y como humanos.
La existencia
es un flujo
de vidas cruzadas,
que se retroalimentan
de alegría y esperanzas.
Miremos de frente
el futuro sembrando vida,
defendiendo
la dignidad
del ser humano,
cual hilo conductor
de una ética
renovada.
By Clemente