La palabra

se ha ido a vivir

a una isla,

en el que la lejanía

provoca su olvido.

Expulsada

de un hablar

insustancial,

y los contenidos

han perdido

significado.

Un hablar utilizado

como arma arrojadiza,

transformando

las frases

en trincheras.

en imágenes estáticas,

Frases plasmadas

formando

parte de un paisaje digital.

Un paisaje efímero

cual tren

a alta velocidad,

siendo

lo sustancial

una verdad

manipulada.

La isla podría

ser el último

reducto

para hablar,

aunque también

el lugar

para reconquistar,

volver a entenderlos

con vocablos

de serenidad.


By Clemente

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