
Agáchate a recoger esa insignificante margarita,
con la humildad de quien acaricia la belleza.
Cae de rodillas ante los aromas de un rosal,
con el afecto como ofrenda a tanta belleza.
Rodea con los brazos la vida cual último instante,
sintiendo la felicidad de unos segundos intensos.
By Clemente