Una neblina densa se cierne,
sobre quienes menos tienen.


Quienes hacen las colas del hambre,
y son olvidados por invisibles.


Quienes huyen de la invasión del poder,
comprando tierras para especular.


Quienes desesperan ante la violencia,
o guerras de fanáticos extremistas.


Niños y niñas secuestrados con impunidad,
cuya imagen nos hace ponernos de perfil.


Una epidemia de hambre por la falta de lluvia,
y una expansión de zonas desérticas.


Una epidemia con cara de crueldad,
al ver como las inundaciones se llevan la felicidad.


Una palabra surge tras las imágenes del miedo,
aquella que reuimos pronunciar, miseria.

Miseria acompañando a millones en la noche,
impidiendo el amanecer por la indefensión.


Miseria, cual condición del desprecio a la vida,
al considerar ajeno el dolor o el llanto de otros.


Una miseria, con caras opuestas y escalofriantes,
escasez y abundancia, como pareja irreconciliable.


Innecesario ser creyente o no, para ser capaces,
para tener la oportunidad de ser misericordes.

By Clemente

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