El viento silba sobre las dunas del desierto,
con la suavidad de quien acarcia la arena.
El sol sale alumbrando los dorados granos,
revoloteando en el aire como con vida propia.
Mundo con latidos y respiración interna,
cual ciclo vital imperturbable a nuestras vidas.
Vivimos en un vergel de abundancia,
acompañados de la soledad del ruido.
Los corazones han dejado de oirse a lo lejos,
pues las palabras se las llevan los vientos.
Sin darnos cuenta, vivimos en un desierto,
lleno de gotas brillantes por la luz del ego.
Mirarnos a los ojos unos a otros nos desnudará,
sintiendo como nos abraza la incomprensión.
Aunque una mano tendida pueda provocar,
una reacción en cadena llena de solidaridad.
By Clemente